Permíteme comenzar diciendo que ser maquilladora es una carrera diferente a las demás. Hace 5 años me llevó de Eslovenia a Barcelona, España.
Mi amor por el maquillaje empezó en mi niñez, pero me tomó muchos años darme cuenta de que este era mi proyecto vida, hasta que mi corazón dijo: ‘¡Soy maquilladora!’.
Un gran atractivo de este trabajo es conocer gente, escuchar sus historias y a mí me encanta usar mis habilidades creativas de maquillaje para que cada una de las mujeres que me contrata se vea impresionante. Y esto significa ¡empoderarlas!
Soy consciente de que esa clienta sentada en mi sillón de maquillaje probablemente se esté preguntando: «¿Cómo me veré después de maquillarme?»
Comprendo que se lo pregunte y me gusta que lo haga, porqué ello significa que sabe lo importante que es la imagen para lograr su bienestar y sus objetivos. Por mi lado, como maquilladora siempre me pongo en la posición de la clienta y primero escucho sus deseos, necesidades y luego les aconsejo.
Para mí es súper importante antes de empezar a maquillar, explicarle a cada clienta lo siguiente:
– que mis pinceles de maquillaje, paleta de trabajo y espátula están limpios y desinfectados,
– que al aplicar maquillaje en las pestañas, cejas y labios, uso varitas desechables,
– sin doble inmersión en los productos,
– que llevo gafas y máscara protectora porque la seguridad es lo primero,
– que cada vez que saco un producto de mi kit, antes de volver a la cara de la clienta, desinfecto mis manos,
– que mi equipo está limpio y desinfectado.
Pero sobre todo, me ocupo de que cada persona se sienta cómoda conmigo mientras la maquillo, porque estoy entrando en su espacio personal y eso es sagrado. La discreción es mi prioridad número uno.
Amo el maquillaje y realizar maquillajes y por encima de todo me encanta hacerte feliz y empoderada a través del maquillaje. Porque me encanta ayudar a las mujeres (también a los hombres, por supuesto) a convertirse en la versión más bonita y segura de sí mismas.
Zana, maquilladora profesional en Barcelona.